El Cuarteto de Nos de Porfiados y en el Velodromo; porque sí.

Con un marco de público que desbordó el Velódromo Municipal de Montevideo, El Cuarteto de Nos se presentó el pasado 26 de octubre en un espectáculo que seguramente no sólo quedará en el mejor recuerdo de los fans, sino también que dejará una huella en la mejor historia de la banda. Fotos: Miguel Juncal

A veces “raros”, a veces “bipolares” pero siempre “porfiados”, tal como se despide Roberto Musso de los shows, El Cuarteto de Nos se presentó en un espectáculo que tuvo entre sus orígenes el desenlace de esa lucha mediática desatada entre El Cuarteto y Los Cuartetitos, y que además sirvió para redondear más de un año de presentaciones tras la salida de “Porfiado” a lo largo de toda Latinoamérica.

El Cuarteto de Nos, es un quinteto formado hoy por Roberto Musso en voz, Santiago Tavella en bajo, Gustavo “Topo” Antuña en guitarra, Santiago Marero en teclados y Alvaro “Alvin” Pintos en batería. Así la banda se presentó el pasado sábado, no haciendo otra cosa más que reafirmar lo bueno que de ella se esperaba.

El show que arrancó un cuarto de hora pasadas las 21; tuvo un marco de público espectacular con miles de fans de El Cuarteto que llenaron el Velódromo como pocas veces se ha logrado. Y este fenómeno que ha logrado el ahora quinteto, va mucho más allá de un momento de gloria, de que esté de moda el rock uruguayo o de haber logrado la promoción de alguna canción particular hasta convertirla en hit. Se trata de una banda que ha logrado una consolidación en el medio como pocas lo han logrado, llegando a convertirse en los últimos 10 años en una de las bandas más populares de nuestro país. Si a esto le agregamos la repercusión que han logrado fuera de fronteras, nos encontraremos con un grupo del que ya se puede afirmar que ha marcado la historia de nuestra música más allá de géneros y estilos, logrando una masividad que sólo el tiempo dirá hasta dónde es posible de igualar.

Tras el desenlace de la historia de El Cuarteto vs Los Cuartetitos que se exhibió en las pantallas que conformaron el show, la banda subió a escena. El comienzo del espectáculo fue con ‘El hijo de Hernández’, el hit más importante de “Bipolar” que hizo saltar a todo el público asistente y que fuera seguido por ‘Algo mejor que hacer’ del último trabajo “Porfiado”, y para completar la representación de la última trilogía de discos, la cual hizo despegar a la banda fuera de frontera, interpretaron uno de los mayores éxitos de la banda ‘Ya no sé qué hacer conmigo’ del disco “Raro” del 2006. Este se podría decir que fue el arranque del show; ese arranque donde es fundamental captar al público en su mayor esplendor para hacer que el resto continúe siendo un espectáculo. Tras esta trilogía de temas representes de los últimos tres discos del grupo, llegó el primer momento de Santiago Tavella al frente de los vocales, y fue para hacer uno de sus aportes al último disco, ‘Enamorado tuyo’. Siguieron con ‘Así soy yo’, y allí fue tiempo de las buenas noches, donde Roberto Musso agradeció la presencia del público y dio la bienvenida oficial, con la emoción propia de ver colmada las instalaciones del Velódromo manifestó que hay cosas “que no tienen precio” y allí largaron con ‘Nada es gratis en la vida’.

Con tanta revolución en el ambiente parecía necesario interpretar una balada, y la elegida fue esa triste historia de un hombre solitario a pesar de sus buenas intenciones, ‘Todos pasan por mi rancho’; conmovedora. Luego fue el momento de dos canciones que supieron complementar en torno a palabras de Tavella; primero ‘Mi lista negra’, donde Roberto describe a la gente que no le cae muy bien que digamos, y después ‘No te invité a mi cumpleaños’, donde Santiago deja claro que solo la gente que no apesta podrá tener el privilegio de ser invitado a la celebración del día de su nacimiento.

Así es que el show transcurrió con esas salidas clásicas y oportunas de Tavella, bien espontáneas, que aunque podían descolocar al resto, como siempre son bienvenidas para otorgarle al show otra cuota de humor.

El espectáculo se basó en las canciones de la trilogía de discos mencionada, pero tuvo un momento para el recuerdo que llegó tras esa primera parte comentada. De pronto un gran piano se situó al centro del escenario y en base a una interpretación especial de Santiago Marrero, fue que realizaron un popurrí de viejas canciones, con la particularidad que tuvo al frente en la interpretación a los tres miembros originales de El Cuarteto. Primero fue Roberto que salió a escena a hacer ‘Solo un rumor’, aquella de “Otra Navidad en las Trincheras”, disco que les dio tantas satisfacciones a mediados de la década del 90. Luego Santiago interpretó ‘El calzoncillo a rayas’, con su humor característico; le siguió Álvaro Pintos para hacer ‘Yo soy Alvin el batero’, su tema del año 98 al cual también le aplicó su humor, el que incluyó charla telefónica con una tía algo despistada; y cerraron el popurrí todos juntos haciendo ‘Morcillo López’, original de “El tren bala” del año 95. La despedida del piano de escena y la vuelta al formato habitual, lo hicieron para hacer otra del mencionado disco “El tren bala” que además es uno de los temas más queridos por los fans de El Cuarteto de toda la vida, ‘El día que Artigas se emborrachó’ que hizo delirar a todos los presentes.

Para contrarrestar este momento de historia, volvieron al camino habitual con dos temas del último disco, ‘Lo malo de ser bueno’ y el corte de difusión ‘Cuando sea grande’.

Nuevamente la escena se impuso a la interpretación cuando Roberto se largó a hacer ‘Breve descripción sobre mi persona’, esa canción de “Bipolar” donde él se describe a la perfección, con defectos y virtudes pero por sobre todo con una sinceridad admirable; en la oportunidad la interpretación no contó con la laptop y el modernismo habitual que realiza en los shows el artista, sino que la cómplice fue una vieja y querida máquina de escribir, de esas que quizás muchos fans quinceañeros de la banda vean casi como una antigüedad.

La vuelta a liderar el micrófono de Tavella llegó de la mano de ‘Pobre Papá’, esa triste historia incluida en “Raro” del pobre padre que tiene que trabajar para poder mantenerse. Dos de “Bipolar” volvieron a agitar el Velódromo, la canción que le da título y uno de sus cortes ‘Miguel gritar’, las cuales dieron paso a la canción que cerró parcialmente la noche ‘Invierno del 92’.

A la hora de los bises, y tras los cantos de Cuarteto Cuarteto de los fans, volvieron a escena con toda la energía que da la interpretación de ‘Buen día Benito’, paso previo a la realización del mayor éxito de la banda, el clásico de “Raro” ‘Yendo a la casa de Damián’ que hizo delirar a los asistentes con el resto que les quedaba tras una noche más que agitada. Esa pequeña historia que marco una variante en la forma de componer de Roberto Musso a nivel de letras y que les significó a la banda tantas satisfacciones marcó el segundo cierre de la noche.

Es que breves minutos después de la retirada volvieron para hacer el último bis que tenían bajo la manga, y se trató de esa narcisista historia hecha canción llamada ‘Me amo’, que muchos conocimos cuando apareció en “Cortamambo”, aquél disco del año 2000, y muchos más con la renovada versión que hicieran para “Bipolar” y que la transformó en uno de los éxitos más importantes de la banda; tal es así que la canción interpretada en un mar de papelitos rojos, fue cantada por todo el público asistente, demostrando por un lado la popularidad del tema y por otro, que en nuestro país hay mucha gente que se ama más de lo que uno piensa.

Allí sí estuvo el final, aunque parcialmente, ya que debido a que la gente permanecía inmóvil y expectante y gracias a la alegría de la banda por la noche vivida, el quinteto volvió a escena para hacer una más y agradecer nuevamente la respuesta del público; la canción elegida fue la versión del clásico de The Marvelettes ‘Please, Mr Postman’ del año 61 que la banda re-escribió y bautizó como ‘Bo Cartero’, y que aparecida en el disco ‘Otra Navidad en las Trincheras’ del año 94 les significó en su momento, un éxito tal que hicieron del disco uno de los más vendidos de la historia de nuestra música.

Y allí sí el punto final de una noche memorable llegó; y aunque los fans de seguro hubieran seguido por mucho tiempo más, la necesidad de culminar algo que empieza prevaleció, y el show culminó dejando una sonrisa en el público asistente y muchas gargantas gastadas de tanto corear canciones.

Un espectáculo que tuvo todo lo esperado y un poco más. Con el carisma de una banda que ha sabido permanecer por más de treinta años, afrontando altibajos, adaptándose a los tiempos y apostando siempre a ir un paso más allá. Apuesta que les ha dado como recompensa la repercusión masiva y el calor de la gente, ya no solo en nuestro país sino también fuera de fronteras. El show del Velódromo seguramente no quedará como un espectáculo más, sino que será recordado como la respuesta al porqué la banda se ha convertido en una de las más populares de la historia de nuestra música, privilegio que sólo unos pocos elegidos pueden contar con él.